“Tu cuerpo es templo de la naturaleza y del espíritu divino. Consérvalo sano; respétalo; estúdialo; concédele sus derechos”
Henry F. Amiel (Filósofo Suizo)
Concédele sus derechos y no te olvides de cuidarlo y mimarlo antes, durante y después del tratamiento. Cuídalo desde la alimentación, desde la respiración y relajación, desde el pasear y caminar, desde un baño relajante, desde unas cremas o aceites por todo el cuerpo, desde un masaje, desde una lectura, etc. Pon en marcha todos tus sentidos y reclámate esos derechos.
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